Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la Tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

G. A. Bécquer.















domingo, 20 de febrero de 2011

Tiene un olor dulzón, como... como... como el amor.

- Era una tarde de invierno, bastante calurosa, atípica de invierno.
Se encontraban en la casa, tumbados en la cama, reposando después de comer algo para la merienda.
Ambos se observaban fíjamente el uno al otro, se susurraban mutuamente al oído te quieros y acariciaban sus rostros al son de la música y con una varilla de incienso casi consumida.

Él se dispuso a cambiar la varilla de incienso, cogió la caja de fósforos y prendió la varilla de incienso, esta desprendía un olor dulzón, adoraban este olor.

Tras encender la varilla, él se encaminó de nuevo a la cama y al unísono reclamaba su presencia : '' ¡Cariño! '', al llegar a la cama, apareció ella, llevaba unos tacones que realzaban su presencia, aumentaban su belleza y elegancia, y su camisa, llevaba su camisa, un poco ancha, pero le encantaba llevarla.

Todo empezó por un masaje, y acabaron acostados, él acariciando su pelo y ella en su regazo.

Un saludo, Franscisco Vargas Abad.

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